"Me han dicho que nadie canta la palabra hambre como yo. Ni la palabra amor. Tal vez yo recuerde lo que quieren decir esas palabras, tal vez soy lo bastante orgullosa para querer recordar Baltimore y Wlfare Island, la institución católica y los tribunales de Jefferson Market, al sheriff en nuestra casa de Harlem, las ciudades y poblaciones donde recibí golpes y me hice cicatrices, Filadelfia y Alderson, Hollywood y San Francisco... todo aquello."
Billie Holliday
Billie tuvo una vida marcada por la tristeza y el desamor con una lucha constante por la supervivencia, por ella misma. Tenía unas cualidades vocales y un sentimiento tal que hacían que sus versiones fuesen inigualables, cargadas de una gran sensibilidad y una intensidad plena. Fue la gran dama del blues. Leroi Jones dijo de ella:
"Nada fue más perfecto que ella. Ni tampoco más fácil de perderse.....En el momento en que ella dejaba de cantar, quedabas desvalido. Cuando cantaba, escuchabas y te prometías cualquier cosa.
Ella decía siempre, más de lo que yo sentía. ...."
"El mito del blues lo arrastra la gente. Aunque algunos hagan categorías nadie lo entiende. Un hombre me dijo que Billie Holiday no cantaba los blues, y sabía muy bien, pero lo que pregunto es, ¿Qué había visto ella para cantar de aquella forma? ¿Qué había en su vida que le propusiera tal tragedia, tal agonía sin esperanza alguna?"
Leroi Jones Música Negra
Entre las voces femeninas del blues, la de Billie Holiday (1915-1959), constituye un caso singular por lo azaroso de su vida contada por ella misma en su famosa autobiografía titulada: "Lady Sings The Blues". En ella, Billie Holiday relata como fue su vida desde la misma infancia: violación, acusaciones de prostitución, reformatorios, alcohol, drogas, racismo, cargos por tráfico de estupefacientes, cárcel, inhabilitación para cantar y, por último, la muerte. Aunque en los últimos años se ha hecho un gran avance en la investigación biográfica sobre Billie Holiday, su vida sigue teniendo numerosos episodios en la sombra y numerosos aspectos permeados de elementos míticos, legendarios, incentivados por ella misma en su autobiografía.
En el recuerdo... Billy Holiday, la dama del blues, que, junto con Sarah Vaughan y Ella Fitzgerald, está considerada por muchos como la más importante e influyente voz femenina. Billie Holiday transmite a sus canciones una intensidad inigualable que, en muchos casos, es fruto de una traslación de sus vivencias personales a las letras cantadas. Esta personalización de lo cantado hace que su estilo esté muy vinculado a intérpretes clásicos de blues como Bessie Smith o Ma Rainey
Su nombre es sinónimo de cantante de jazz, si hablamos del estereotipo: artistas de existencia turbulenta, criaturas desdichadas pero con una rara capacidad para conmover al oyente sensible.
BILLIE HOLLIDAY
Nació en Filadelfia pero creció en el gueto negro de Baltimore. Los primeros años de Billie Holiday fueron difíciles; las consecuencias de las vivencias de sus primeros años se proyectaron como una carga negativa sobre toda su vida. Su madre, Sadie Fagan, tenía sólo trece años cuando nació Billie; su padre Clarence Holiday, un guitarrista y bajista de jazz, tenía quince. Los padres de Billie nunca se casaron y él las abandonó cuando ella era todavía un bebé. Su madre, excesivamente joven para la responsabilidad, abandonaba con frecuencia a la niña con parientes de no muy buena reputación. Así su infancia se caracterizó por la pobreza, el maltrato, la soledad y sobretodo por la falta de amor y afecto, carencia que le provocó una inestabilidad emocional que mantuvo durante toda su vida.
Billie fue enviada a una escuela Católica a la edad de diez años, después de haber admitido ser violada. Aunque debería haber estado en la escuela hasta convertirse en adulta, un amigo de la familia la ayudó a escaparse dos años después. En 1927, madre e hija se marcharon primero a Nueva Jersey y después a Brooklyn y el halo de su leyenda negra sugiere que tuvo escarceos con la prostitución, y que en ese momento se fue a vivir con su madre a un burdel en Harlem.
En 1930, recorriendo Harlem en busca de trabajo, entra en un pequeño club ofreciéndose como bailarina. El resultado de la prueba es un desastre y a instancias del pianista se atreve a cantar. Cuando canta "Trav'lin All Alone", las conversaciones en el bar se paran y ahí empieza todo. En 1935 aparece cantando en la película "Simphony in Black" e inicia una larga y fructífera relación musical con el pianista Teddy Wilson en el sello Columbia. Con Wilson graba cerca de un centenar de canciones y junto a ella tocan los grandes solistas de la época: Ben Webster, Johnny Hodges, Bunny Berigan, Roy Eldridge y sobre todo, Lester Young, con quien alcanzaría una simbiosis creativa del que se encuentran pocos ejemplos en la historia del jazz.
Tuvo dos maridos, y una infinidad de amantes. Algunos de sus concubinos fueron sus agentes, y muchos de sus amantes, sus proveedores de drogas. Todos vivieron de su dinero. Todo lo que sabíamos -o imaginábamos- sobre Billie Holiday parece un pálido reflejo de la realidad. Ella podía seducir a ambos sexos pero llegó un momento en que su agujereada figura -solía andar desnuda por los camerinos- espantaba incluso a quien acudía con ansias carnales. El milagro se repetía cuando salía al escenario: con su voz espesa y lánguida, hasta la canción más tonta rebosaba sensualidad, sabiduría, emoción. Era, una vez más, Lady Day. Cuando había dólares, reinaba el derroche. Billie era una yonqui atípica: tras grandes festines, podía pasar temporadas sin consumir. Desdichadamente, se había convertido en la adicta más famosa del país y eso la hacía objetivo fácil para los policías, a veces conchabados con los traficantes o con sus propios amantes. Las humillaciones fueron constantes: las autoridades exigían que se declarara como "delincuente" cada vez que entraba o salía del país.
A pesar de no tener estudios técnicos, poseía una incomparable dicción, fraseo e intensidad dramática. Tenía, además, una elegancia que llamaba la atención. Posteriormente, empezó a usar gardenias blancas en el pelo, su marca personal que surgió por casualidad cuando se quemó el cabello y usó el adorno floral para tapar el sector estropeado.
Sin embargo, la historia de su vida va cuesta abajo a partir de 1950. En 1953, viajó por primera vez a Europa. A su regreso, ingresó voluntariamente en una clínica para intentar rehacer su vida y tuvo una efímera recuperación El álbum de 1958, "Lady in Satin", encontró a la artista de 43 años de edad haciendo grandes esfuerzos para cantar como en los mejores tiempos, y al año siguiente falleció.
En sus últimos dos años de vida, vivió sola acompañada de su perro en un pequeño departamento de Nueva York, hostigada por las autoridades a raíz de su abuso de drogas y alcohol. Lady Day murió en 1959 como vivió, dramáticamente. Se encontraba en el Metropolitan Hospital de Nueva York bajo vigilancia policial, acusada de poseer narcóticos, lo que más tarde se demostró como una trampa tendida por la propia policía. Fue arrestada por posesión de heroína en su lecho de muerte. Sin embargo, al escuchar "My Man" o "Strange Fruit" es fácil imaginársela ante el micro, con dos gardenias blancas prendidas en el pelo, mientras te hace vivir una historia.

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